THE INNER CIRCLE: UNA VIVISECCIÓN DEL RÉGIMEN ESTALINISTA.
Rusia es un país
fascinante. Y no, no digo esto en pós de ofender a nadie o ninguna persona
que como yo está viendo la terrible guerra que se está fraguando y sufriendo
entre Rusia y Ucrania.
Nos encontramos en los albores de una nueva Guerra Fría (en verdad la anterior Guerra, la que culminó con la caída del Comunismo Soviético nunca acabo si se me pregunta) entre los omnipotentes Estados Unidos de América y sus dos nuevos rivales, Rusia, su vieja enemiga, y China, el nuevo coloso que desea imponer su tiranía en el mundo.
Sé que empezar mencionando la
actualidad puede tirar para atrás la elección de leer esta entrada, la cual
coincide con un hecho histórico sumamente importante y que está relacionada con
la actual Rusia. Es por eso que he comentado que es un país fascinante, no solo
por su cultura o difícil idioma (al cual siempre he estado atraído junto al
alemán) si no por su historia, que hoy (mejor dicho, mañana porque yo estoy
escribiendo esto el 4 de marzo) seguramente ha resonado no solo en los
telediarios (con una mención escueta) si no en muchas cuentas, que, como la
mía, se dedican vivamente a la historia.
Ese evento de suma importancia
y el cual seguramente a abierto comparaciones tediosas con el actual ejecutivo
y líder de Rusia, el Presidente Vladímir
Putin (amado por unos, odiado por muchos otros) no es otro que el
fallecimiento de otro líder del coloso eslavo, que hoy cumple nada más y nada
menos que setenta años.
Para los más avispados, saben
bien de quien estoy hablando.
Y es que hoy, hace setenta
años, un 5 de marzo de 1953 dejaba
el mundo lósif Vissariónovich Dzhugashvili
mucho mejor conocido por su seudónimo y apodo, Stalin. El Hombre de Acero. Y es
que el líder soviético, nacido en Gori,
un pueblecito de la minúscula Georgia,
un 21 de diciembre de 1878 fue uno
de los políticos y dirigentes más importantes del pasado siglo, siendo parte
importante en las negociaciones que dieron luz al mundo posterior nacido tras
la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945).
Stalin, también fue un tirano, un déspota y un asesino sin
escrúpulos, que a lo igual que Hitler sufría de una megalomanía cuasi mesiánica. Si en el caso del Pintor Austriaco se estaba
tratando (según el propio Führer) liberar al mundo de la tiranía judeo-masónica
e imponer la limpia y sana raza aria en Europa, Stalin pensaba que él, como sucesor de Vladimir Ilich Ulianov,
mejor conocido como Lenin (22
de abril de 1870-21 de enero de 1924) estaba
llevando a la humanidad al futuro, un futuro socialista, en donde todos los
proletarios del mundo se mantendrían unidos bajo la bandera de la clase obrera,
que no era otra que la Soviética.
Stalin, por muy defensor de la
doctrina de “Socialismo en un solo país”
se volvió en el Emperador de media Europa al término de la que hasta la
fecha es y será por mucho tiempo (y Dios quiera que nunca deje de serlo) la
guerra más cruel, sangrienta y devastadora sufrida en la historia de la
humanidad.
Pero volviendo a nuestro
protagonista. Stalin logro, luego del fin de la guerra expandir las fronteras
de su patria, la ya extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (en
ruso: Союз Советских Социалистических
Республик) abreviada URSS (CCCP), por mitad del actual continente europeo, evento el cual más tarde el Primer Ministro Británico Winston
Churchill (Palacio Blenheim, Reino Unido, 30 de noviembre de 1874-Kensigton,
Londres, 24 de enero de 1965) señalaría como: “La Caída de un Telón de Acero”. Un Telón, que, si se me permite
añadir, se hizo real con el alzamiento del muro
de Berlín, al cual el gran Nino Bravo dedico su canción: “Libre”, para
cuando este se alzó Stalin lleva muerto ocho años, pero su legado ya había sido
mancillado por su sucesor, el inteligente y bromista Nikita Jruschev, quien al
maldecir a Stalin se quitaba gran parte de su responsabilidad en las Purgas y
represión sufrida durante los años 30´s en el estado socialista.
Es en este periodo, más
concretamente a finales de 1939 que se emplaza la película la cual vengo a
reseñar (y a comentar) hoy, durante el aniversario del ocaso de una de las
bestias más crueles del siglo pasado.
Y es que la película “The Inner Circle” (En español: El
Circulo del poder) del director ruso Andréi
Konchalovski (Moscú, Rusia, 20 de agosto de 1937) nos sitúa en un momento
histórico sumamente duro para el mundo y en menor medida para Rusia.
Como antes he comentado la película nos sitúa en la Moscú de 1939,
la cual al contrario que el resto de capitales, azotadas por la guerra y la
destrucción, se encuentra pacíficamente ordenada, adornada por las estatuas de
esbeltos obreros que representan el triunfo del progresismo, del Socialismo y
del futuro Comunismo al que se aspira.
Es aquí, en la Moscú de los
años más peliagudos de la era estalinista, en donde los traidores abundan por
todos lados (tanto exteriormente como dentro del estado soviético) y la
paranoia junto las inesperadas redadas de la KGB, la aterradora policía
soviética secreta (que nada tenía que envidiarle a las SS) son el pan nuestro
de cada día.
Pero eso no logra vislumbrarlo
nuestro protagonista, el ingenuo e idealista Ivan Sanshin (Interpretado por
Tom Hulce) cuyo trabajo en las oficinas de la anteriormente citada KGB es proyectar las películas y obras
propagandísticas ideadas por el régimen que alaba. Y es que Sanshin, a lo
igual que muchos Comunistas modernos, y también de la época, está enamorado de
nuestro georgiano de bigotes insecticos (y no digo esto yo, sino un poeta que
fue reprimido durante este turbulento periodo). Incluso es tan grande su amor
que quita un retrato del que para él es “Uno
de los héroes del Socialismo” Kliment Voroshílov
(Lugansk, Ucrania, 4 de febrero de 1881-Moscú, 2 de diciembre de 1969)
sustituyéndolo por el del gran y amoroso Stalin.
La cinta nos presenta también
a la que en los primeros minutos de la historia es la mujer de nuestro ingenuo
proyeccionista. Anastasia
(Interpretada por Lolita Davidovich) una
mujer dulce y llena de humanidad, una campesina que llega a la gran ciudad
enamorada y que a lo largo de la película se jugara el pellejo por una niña,
una pequeña hija de traidores a la patria soviética. Katya (Interpretada por Bess
Meyer) cuya historia, paralela a la
de Sanshin y su esposa dejará el corazón
desgarrado a más de uno viendo la soledad en la que muchos niños
soviéticos, cuyos padres eran arrestados, vivían, siendo dejados en centros de
acogida, orfanatos (ubicados en iglesias derruidas por el nuevo régimen) en
donde se les trataba con una rectitud cuasi militar.
Como antes he escrito estos tres personajes serán el centro de la
obra, estrenada en nuestro país un 28 de febrero de 1992 (mismo día en que
Stalin, resguardado en su dacha en Kúnstevo, a las afueras de Moscú, sufrió una
apoplejía que lo dejaría agonizando por cuatro días de terrible sufrimiento y
dolor)
Por un lado, la paupérrima y
dificultosa vida de Sanshin se verá sumamente mejorada al acceder,
sin quererlo ni beberlo, a su amado líder. Y es que una noche la KGB se lo llevará a él, pero no para asesinarlo en
algún oscuro sótano o celda, no, lo llevaran directamente al Kremlin, en donde se convertirá
en el proyeccionista de Stalin y su sequito formado por Gueorgi Malenkov, quien más tarde sería
su sucesor (Interpretado por Valentin Cheryakov), Viacheslav Molotov (Interpretado por Viktor Balabanov), Mijaíl Kalinin (Interpretado por Viktor
Uralskiy), Lazár Kaganóvich
(Interpretado por) y el temido jefe de la policía secreta, Lavrenty Beria, (Interpretado por Bob Hoskins). Sequito, el cual
veremos pose sus propios intereses y conspiran uno contra otros con el objetivo
de ver la luz de un nuevo amanecer.
Es junto a estos y en este
ambiente de conspiraciones y paranoia que pasaremos
por los sucesos más importantes del régimen estalinista, el cumpleaños
número sesenta y dos de Stalin, el inicio de la Operación Barbarroja el 22 de
junio de 1941 y la
Muerte del mismo dictador soviético, quien tras, como antes he
comentado, cuatro días de agonía, daba un último aliento el 5 de marzo de 1953,
fecha en la cual la historia nos ofrece su conclusión.
Para ese año Sanshin es un
hombre cambiado, su esposa (atención Spoilers) ya no está con él, debido a que se
ha suicidado tras pasar dos años siendo la concubina de Beria, conocido por
violar a las mujeres de sus amigos y a niñas que, además, si se resistían eran
estranguladas y escondidas en su jardín. (o al menos eso dice la leyenda)
Es en ese momento de soledad, no solo sexual, si no afectiva, ya que Sanshin pierde la fe y el amor por Stalin debido a la muerte de su esposa, que Katya, ya de diecisiete años regresa para verlo. Y es que el vínculo que su esposa y la niña formaron es algo que no desaparece y que nuestro protagonista se ve forzado a continuar, primero de manera desganada, luego de forma desesperada al ver a la niña junto la multitud, el día de funeral del querido Stalin, 9 de marzo de 1953, en donde ciento cincuenta hombres, mujeres, ancianos y niños murieron pisoteados ante la impaciencia de muchos que querían ver por última vez al querido “Padre de los Pueblos”, a su líder, a su amo, a su tirano y destructor de sus vidas y libertades.
Es en la escena final donde la
frialdad de Sanshin hacia Katya muere, abalanzándose a la muchedumbre para
salvar a la niña, quien llorando exclama: “Quien va a quererme ahora, quien va
a protegerme ahora que Stalin ha muerto.” La escena culmina con Sanshin
abrazándola en el suelo diciéndole las palabras que Anastasia, su difunta
esposa, hubiera deseado oír de él, la vez en la que los servicios de acogida Soviéticos
se llevaron a la niña.
“Yo te cuidaré, yo seré tú
papá, vendrás a casa y todo estará bien.”
Finalmente, la voz de Anastasia
se escucha de fondo volviendo a cuestionar a su marido: “¿Ha quien amas más?,
¿A Stalin o a mí?”. Sanshin en verdad había respondido antes a la pregunta, a
mitad de la cinta, Stalin era su amor,
era su vida, era el ángel que custodiaba a la patria y sus vidas. Pero con su
muerte el hechizo del monstruo se había roto y Sanshin, admite que su verdadero amor, su verdadero ángel era
Anastasia.
La cinta, para ir acabando con
este escueto comentario, nos muestra no solo una historia política llena de
conspiraciones y dramas, sino también una de amor, de amor hacia la verdad y
hacía una libertad que solo se encontró el día de navidad de 1991, cuando la
bandera soviética fue desanclada y la bandera de una Rusia humana, más justa y
libre se alzó. O al menos esa era la idea inicial de aquel proyecto que es la
actual Federación Rusa.
Pero eso, como se suele decir,
es otra historia.
Recomendada para todo amante o
deseoso de conocer la historia de la Unión Soviética o aquellos que como
Sanshin estén ciegos de corazón.
- El Novel Eterno, 5/03/2023.
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